La última noche resultó más intensa de lo esperado. La lentitud en el servicio impidió a algunos tomar una cena relajada, la discoteca no abría el domingo y Javier corrió por Berlín como quizá no lo haya hecho nunca por Cáceres (gracias de nuevo por tu ayuda). Pero, como ha sido una constante en el viaje, pusistéis buena cara a las contrariedades y al final la noche resultó realmente divertida: nos reímos mucho (algunas, muchísimo) y al grito de !agua, agua¡ llegamos a adquirir una perfecta sincronización para subirnos y bajarnos del metro en segundos sin que ninguno se quedara en el camino (y sin peligro para nadie, por supuesto).
domingo, 28 de marzo de 2010
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